Partiendo de la premisa que enuncia Andre Bazin en su manifiesto “Que es el Cine,” más específicamente cuando habla de la ontología de la imagen, "es preciso destacar una necesidad fundamental de la psicología humana: la necesidad incoercible de exorcizar el tiempo. Desde la escultura y la pintura, que en sus funciones primitivas de reproducir una realidad sujeta a la apariencia del momento, hay un deseo impetuoso de congelar el reloj y percibir la presencia de vidas detenidas en su duración, liberadas del irremediable destino que conduce a su deceso. Sin embargo, hay un problema -- esa representación sufre de la condición propia del ser humano: la de perspectiva e inevitable subjetivación por parte del artista." Que vienen, entonces, a hacer la fotografía y posteriormente la fotografía en movimiento, mejor conocida como el cine ¿?? Liberar a las artes plásticas de su obsesión por la semejanza y el realismo (no en vano se empieza a dar un consecuente giro en el arte que abre las puertas del expresionismo y da camino a las vanguardias). En sus inicios, la fotografía y el cine se convierten en reproducciones mecánicas de las que el hombre queda excluido como artista intermediario – la solución en cuanto a esta representación de la realidad o imagen del mundo exterior no estaba tanto en el resultado sino en su génesis.
Gracias a avances tecnológicos atribuidos a mentes curiosas y visionarias a finales del siglo XIX, el 28 de Diciembre de 1895 en Francia, los hermanos Lumiere y su Cinematographe son responsables de la primera proyección pública de una cinta con “La Llegada del Tren.” De esta forma, se daba inicio a la experiencia de ir al cine como el ritual que congrega a un grupo de personas en la misma sala dispuesta a experimentar toda clase de emociones que se presentaran en la pantalla. Y si bien los hermanos Lumiere se preocuparon por proyectar cortas escenas cotidianas como la salida de obreros de una fábrica o la llegada de un tren a una estación, el cine le permitió al público percibir la realización del tiempo de la conveniente objetividad fotográfica. El “film” no se limita a conservarnos el objeto detenido en un instante, sino que "libera a las otras artes de su catalepsia convulsiva." Y esto fue mágico, fue fascinante, fue transcendental…
Simultáneamente en Paris y mientras que los Lumiere no se percatan de y/o no explotan las posibilidades comerciales que el cine podría llegar a tener, un mago dedicado a montar espectáculos teatrales para su público adquiere una versión primitiva del cinematógrafo y se dedica a registrar sus funciones. Poco se hubiera imaginado el mundo de ese entonces, que este mago sería quien le saca partido a todas las posibilidades del cine, convirtiéndose en pionero no solo de técnicas narrativas y operativas sino que sería quien primariamente experimenta con la ciencia ficción y los efectos especiales. Hablamos de Georges Melies, quien en 1902 le ofrece al mundo “Un Viaje a la Luna” entre muchos otros cortos que le permitieron al público dejar volar la imaginación con la magia del cine – lenguaje que consecutivamente evolucionaría en una gran gama de géneros, representaciones y expresión audiovisual.
Hugo (2011), dirigida por Martin Scorsese, cuenta la fábula de un niño que ayuda a Melies a volver a su arte después de la devastación de la Primera Guerra Mundial. Situada en el Paris de 1931 y en uno de los proyectos de CGI y 3D más ambiciosos y bien logrados hasta ese momento, Scorsese logra revivir la magia del cine en todo su esplendor y la importancia de su preservación en lo que debe de ser su película más personal y emotiva. Si -- el mismo creador de Mean Streets, Taxi Driver, Goodfellas y soberano de trances visuales a través de su afamado filtro rojo, logra de manera exquisita este gran homenaje a la ilusión de capturar escenas en movimiento y proyectarlas a un público dispuesto a olvidar por un instante la inexorabilidad de su tiempo y transportarse a la permanencia de otro. Hugo es una película mercadeada para disfrutar en familia – tiene todos los ingredientes para que grandes y chicos (inteligentes) la puedan disfr
utar. Sin embargo, esta película está realizada para y dedicada a los que amamos el cine y la magia que este arte proyecta en nuestro ser. Scorsese sabe dar en el punto exacto de nuestra y su debilidad: el deleite que este delirio implora en un espectador. Dice una de las protagonistas de la película (Isabelle) sobre su pasión por la lectura: “es como Oz, Neverland y Treasure Island juntos ¡!!” Ella se refiere al romanticismo de la literatura y no conoce aún el cine -- aventura a la que Hugo la expone y con la que poco a poco van descubriendo la conexión que existe con el gran Georges Melies. La película enfatiza que el tiempo no ha sido amable con las películas antiguas y su preservación. Scorsese logra de manera efectiva, tanto en pantalla como en la realidad, crear conciencia sobre la apreciación de los inicios de un arte que nos logra eximir de nuestra realidad temporal y deslizarnos en mundos e historias que logran generar aquella primera reacción que tuvo el público cuando vio “La Llegada del Tren” – una de fantasía, asombro y encanto…
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