“Hay mejor descripción de un cubo que la de su construcción ¿?”
Continuado de un post en Instagram:
@giuliana_paoli

The Brutalist es como una imponente cena que se disfruta más al digerirla que al momento de consumirla.
Tal como tiende a revelar la estética de la arquitectura brutalista, con sus macizas estructuras desnudas, lineales y monocromáticas, tanto el minimalismo visual como el maximalismo abstracto juegan partes importantes en la construcción de sus composiciones - dinámica que se hace presente durante la película y en la elevación de la ostentosa obra para la cual el personaje principal es contratado a elaborar. El maximalismo de la experiencia que vive Lazlo Toth durante 30 años desde su llegada a Nueva York (en una de las mejores secuencias fílmicas iniciales de la última década) se ve meticulosamente narrado en el proceso que desmenuza su eje, que es cuando y donde mejor funciona la película.

El optimismo existencial que propone la histórica llegada de miles de personas a Ellis Island en Nueva York es simbólicamente truncado cuando Lazlo obtiene el primer vistazo de una invertida Estatua de la Libertad. Es aquí cuando la motivación de The Brutalist se define y empieza a calcar los distintos trayectos que desea explorar dentro de una brutal escala narrativa:
Para Lazlo Toth como inmigrante –
- Que significa el haber sobrevivido el holocausto y dejar a su familia en Europa para llegar a Estados Unidos e intentar radicarse en un nuevo país ¿?
- Como mantiene su identidad cultural y religiosa en un nuevo ambiente donde continúa siendo discriminado por la misma ¿?
- Como forja su identidad como artista, ejecuta su talento como arquitecto y defiende el respeto que pretende cuando disputa una visión y misión distintas a las de su patrono ¿??
Utilizando la experiencia de Toth como embarcación discursiva, The Brutalist también procura navegar las profundas y oscuras aguas que envuelven el concepto del sueño americano de la época al exhibir el dilema de un Estados Unidos que, con su ideología capitalista y de poderío durante este periodo, deconstruye al inmigrante mientras el mismo establecimiento de comunidades extranjeras constituye la transformación de la sociedad previamente instituida.
El sueño es sueño ¿?? Es factible ¿?? Existió, funciona ¿?? O resulta ser una falacia ¿??
Se logra llegar a una resolución en la que el inmigrante asimile pasado, presente y futuro sin perder la integridad de su ser ¿??

Sobre esta embarcación, existe un bote adicional en el que The Brutalist se compromete a gestionar la compleja relación entre artista y patrocinador de las artes – sus políticas y burocracia. La liada danza de visión y expresión a ser realizadas dentro de un esquema económico con distintas agendas maneja el impulso de la película. Y de aquí, cuando el propósito del artista en crear una obra basada en su experiencia personal en la que forma colisiona con función solicitando trascender tiempo y espacio a pesar del sacrificio y humillación durante el proceso de concretarla, es cuando The Brutalist irónicamente cae en un vacío inconsecuente.
Todas estas vías, inquisiciones e incógnitas son válidas para exteriorizar el tormento migratorio. Sin embargo, la exigencia de que todas se unifiquen dentro de un solo y monumental convenio hace del carácter de la película uno de soberbia que le resta relevancia a las partes que la erigen. Es durante esta encrucijada que The Brutalist tal vez debió tornarse hacia el minimalismo y simplificar que al contrario de su tesis final – siempre se trató del viaje y no el destino...

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