Un homenaje al artista enigmático, al excéntrico escritor y a la erudita publicación física en estado de extinción…
Dirigida y escrita por Wes Anderson, The French Dispatch es su décimo largometraje – un festejo visual cargado de la astucia y excepcional estilo que lo caracterizan. La película incorpora varias historias en una narrativa que rodea el contenido de una publicación americana operando en un pueblo francés durante los años 60: Ennui-sur-Blase, un lugar ficticio que solo por su maravilloso diseño de set y producción hace de esta cinta una obra de arte.
A Wes Anderson se le atribuye un estilo propio y altamente reconocible que ha logrado consagrar como su sello de autor. Sus simétricos encuadres, composición cinematográfica y planimetría se acoplan a la siempre particular y uniforme paleta de colores que enriquece la temática de cada película, resultando en la distintiva expresión vintage que decora su sagaz colección de personajes e intrigas.
The French Dispatch es Wes Anderson en su máxima expresión – el que sabe, entiende... Y el que entiende, aprecia esta esmerada ornamentación en función del relato que desea materializar. Como un tributo a la revista The New Yorker, la película da vida a la estructura de una publicación – desde las reuniones entre editores y escritores hasta el ilustre material de política, arte y vida que teje el complejo mundo del periodismo. Como las distintas secciones de una revista, The French Dispatch se fracciona en tres relatos principales que se presentan e interpretan como artículos de la misma. De la mano de sus ingeniosos reporteros, navegamos cada tema hacia una visión general de la curiosidad humana.
1. Arte.
La crítica e historiadora de arte nos desplaza entre el dilema de un artista incomprendido, encarcelado e inspirado, su musa, su agente representante y la evolución de su arte y expresión.
2. Politica.
La corresponsal investiga y se filtra al límite de la ética y neutralidad periodística con el fin de discernir un acuerdo lógico entre la ideología de la juventud, la radicalidad estudiantil y el tinglado del siempre controvertido pensamiento político que reta al sistema.
3. Vida y Gastronomía.
El foodie narra sus aventuras de secuestro con un paradójico chef en secuencias dignas de comedia slapstick y alternadas con un collage de animación como alegoría a la sección de caricaturas y humor.
Desde que la película se estrenó a finales del 2021, un segmento de nicho ha encontrado apreciación especial por el artístico ensamblaje que Anderson exhibe en The French Dispatch. Sin embargo, el público en general tiende a alternar entre opiniones que denuncian falta de profundidad dentro de una empacada, agotadora y caótica serie de antología hasta una apreciación superficial por la espectacular estética de la imagen. Efectivamente, puede resultar abrumante absorber todo lo que está sucediendo a nivel visual y narrativo, pero el gusto está en quien armonice con todo lo que Anderson desea abarcar en el soberbio mundo que elabora dentro de cada una de sus películas.
The French Dispatch está hecha y dedicada a un público específico – esta es para el artista y escritor que procura encontrar su identidad en un entorno foráneo, así como el significado de lo que analiza dentro de un proceso de lucidez y frustración al procurar comprenderlo y posteriormente definirlo. El producto de este recorrido termina siendo un órgano vital dentro de la recopilación de experiencias que conforman cualquier publicación de culto. Y así, con su sofisticada e insigne táctica es que Anderson conquista la mística que The French Dispatch celebra -- un himno al arte del periodismo inteligente.
Plagada por un elenco estelar, exquisita técnica visual, un imaginativo guión y la elegancia con la que Wes Anderson hace cine, The French Dispatch es un deleite que merece ser visto varias veces.
“There is a particular sad beauty well known to the companionless foreigner as he walks the streets of his adopted, preferably moonlit city. In my case, Ennui, France. I have so often shared the day’s glittering discoveries with no one at all. But always, somewhere along the avenue or the boulevard there was a table set for me. A cook, a waiter, a bottle, a glass, a fire. I chose this life. It is the solitary feast that has been very much like a comrade, my great comfort and fortification... Seeking something missing. Missing something left behind. Maybe with good luck, we’ll find what eluded us in the places we once called home.”
Story # 3
Tastes & Flavors
The French Dispatch of The Liberty, Kansas Evening Sun
Para Martin – un Wes Anderson fan